Re: LABRADOR Y TERRANOVA, CANADA
Publicado: 28 Jul 2015, 03:44
por Fausto
Siempre tomándome el pelo...tu héroe es Mamen y así debe ser.
Este viaje es complicado y desagradecido, pues para llegar a los paisajes bonitos tuve q hacer 1300 km d autopista muy aburrida, dsd Washington a Quebec Cité. A partir d Quebec el territorio cambia y la Naturaleza reina suprema. No es adecuado para una salida del club, por las enormes distancias, escasez y malísima calidad d hoteles y restaurantes, gasolineras muy espaciadas (sin gasolina, algunas),...aún evitando la ruta 389, q fue la q me obligó a girar en redondo, tras adentrarme 240 km.
Si algún día volviera y me acompañas, tendríamos q montar motos d campo d no más d 650-800 cc. Son las únicas con las q podríamos recorrer los malditos 345 q me faltaron pa llegar a Labrador City.
Dsd el lunes pasado ya hice 3909 km y estoy muy lejos d casa.
Re: LABRADOR Y TERRANOVA, CANADA
Publicado: 30 Ago 2015, 20:36
por Fausto
Estimado Fran,
Como indico en mi último comentario, cuando faltaban 341 km para llegar a Labrador City, tras frecuentes patinazos en la gravilla y fango, detuve la moto para evaluar la situación.
Eran las 19:00, llovíznaba, la ruta empeoraba; progresivamente, el tamaño d la gravilla aumentaba; el barro era más profundo, las cuestas hacia arriba y hacia abajo más empinadas (hasta el 18%); las gasolineras aún más espaciadas, carencia casi total d poblados y alojamientos; la noche estaba próxima, tráfico casi inexistente, soledad total, osos negros q no ves, pero q t observan y huelen desde la espesura,...
A lo lejos ví un enorme camión maderero q venía en dirección contraria, avanzando pesadamente cuesta arriba. Me puse en el centro d la ruta (en ese punto era una vereda muy ancha) y le hice señas para q parase. Tras disculparme por interrumpir su viaje en una cuesta arriba, al camionero y su ayudante les dije q iba a Labrador City y pregunté si la ruta era así hasta allí. Ambos dijeron "mucho peor...piedras, barro, ramas, lluvia, hoyos,..." y el ayudante añadió "muy difícil para esa moto tan baja y pesada...". Les dí las gracias y el enorme trailer, cargado d troncos, rugiendo, se bebió 20 litros d diésel, reanudando su marcha en la pendiente, luchando para no rodar hacia atrás.
Con el ruido del camión alejándose, miré hacia adelante y ví la cuesta abajo d gravilla mojada, terminando en una curva q se perdía en un océano d árboles. El camión ya no se oía y pensé q si yo seguía palante, la gasolina no era problema, pues el depósito estaba casi lleno y había 9,5 litros en el bidón. Pero al paso q iba, tardaría muchas horas en recorrer los 341 km q faltaban. Pronto anochecería, la posibilidad d caerme era muy real y si me lesionaba y necesitaba ayuda, podrían pasar horas antes d recibirla. Los osos, q se acercan cuando no t mueves, quizá vendrían a hacerme compañía*.
En ese lugar, en absoluta soledad y rodeado d silencio, comprendí y acepté q con esta Yamaha-Davidson V Star 1300 Tourer (335 kilos d peso, más equipaje y piloto), lo prudente era celebrar haber llegado hasta allí y dar media vuelta. Como dicen los yanquis, "cantar victoria y batirse en retirada". La ruta q había dejado atrás no era fácil, pero la q tenía frente a mí, era casi imposible con mi preciosa y novata Yamaha roja, ya demasiado castigada por gravilla, barro y golpetazos en hoyos d casi 10 cm d profundidad. Se impuso el buen juicio y dí media vuelta.
Desde varios años antes d empezar el viaje, ya sabía q con esta moto cromada, bonita, gorda e inocente, no llegaría a Labrador City, porque leí reportajes, relatando los sufrimientos y accidentes d periodistas moteros q lo hicieron con motos más adecuadas y livianas (V Strom 650, Kawasaki KLR650, BMW GS 650, Honda XR600, Suzuki DR 400, etc,...). Por eso, antes d salir d casa, decidí q retrocedería cuando la moto o yo sufriésemos demasiado, descartando heroicidades, estoicismo y riesgos excesivos. Ese momento llegó a 341 km d Labrador City.
He leído q pronto van a asfaltar y modificar el trazado d la Route 389. En unos años, la 389 actual, desaparecerá. Aunque hagan una autopista, el paisaje seguirá siendo muy bonito, porque abundan los ríos, cascadas, lagos, bosques y algo muy caro y difícil d obtener: soledad y silencio. A veces, el silencio es tan profundo, q escuchas los latidos d tu corazón y la actividad d tus órganos vitales.
Por la tarde, estaba d regreso en Baie-Comeau, donde pasé la noche, tras cenar en un restaurante lleno d rudos cowboys q sólo hablaban francés y mujeres muy graciosas, algo bebidas, con botas vaqueras y trenzas.
Al amanecer, tiré hacia el noreste, otra vez por la Route 138 (también llamada Route Jacques Cartier y Ruta de las Ballenas), y salvo numerosos tramos en obras y con gravilla, la disfruté hasta Natashquan, a unos 28 km d su final físico. Anochecía y lloviznaba cuando llegué a uno d los pocos alojamientos disponibles, una lujosa mansión d madera y piedra, cuya elegante y viuda propietaria, había convertido en hotelito. Habló mucho conmigo y durante nuestra conversación, con asombro descubrí q no sabía lo q eran Argentina y Buenos Aires, a pesar d q le dije q Argentina era el país al otro extremo del continente y Buenos Aires su capital. Sin rubor, me dijo q no conocía estos nombres. Me recordó al yanqui q hace años me preguntó si yo era "d Madrid o d España" y a la estudiante yanqui q cuando le dije "mañana iré a Buenos Aires", ella dijo "ah, muy bien. Así verás a tus padres" y cuando le dije q mis padres vivían en España, remató "por eso, por eso,...". Como si España y Argentina fuesen limítrofes...
En Natashquan, el punto más alejado del viaje, inicié el regreso. Paré en un poblado para q me llevaran en barco a ver ballenas en la Bahía d San Lorenzo. La barquera me juró q las vería d cerca y le pagué $65. Pero sólo ví 3 ó 4 ballenas y 4 belugas blancas como la nieve, pero todas muy lejos. Cada vez q nos acercábamos a una ballena, ésta se sumergía y 14 minutos después emergía a varios km d distancia. Nueva persecución, nueva inmersión y nueva aparición, aún más lejos. La barquera, despotricaba y las maldecía en francés. Estaba tan cabreada, q si hubiéramos logrado acercarnos a una ballena, creo q con la pértiga o un remo, la barquera se habría liado a estacazos con el cetáceo. Las ballenas se reían d nosotros y yo con ellas. La barquera temía por sus $65 y le dije q no se preocupara, pero q no haga promesas a sus clientes sin antes ponerse d acuerdo con las ballenas.
A pesar d los escurridizos y enormes bichos y los 65 pavos q pagué, las 3 horas jugando al escondite con las dichosas ballenas, valió la pena, pues nunca he visto agua d mar y río mezcladas, tan transparente, ni una barquera tan machota, tatuada, cabreada y graciosa (sin pretenderlo).
Yendo hacia Quebec City, seguí la Ruta 138 al suroeste. Paré por tercera vez en Baie-Comeau, pasé por Les Grandes Bergeronnes, me desvié hacia el norte por la Route 381, para ver el Parque y Reserva Animal Des Laurentides y llegué a Saguenay. Por la Ruta 175 sur, llegué a Quebec City y fotografié el Aubergue Saint Antoine, q le trae recuerdos a nuestro amigo Marino.
El calor empezaba a ser molesto. Después d pasar por Quebec City, pernocté en Montreal, Ottawa, Toronto y entré a USA por las cataratas d Niágara, donde el tráfico, el gentío y el calor eran insoportables. Por culpa d la larguísima cola, tardé casi 3 horas en cruzar la frontera, por el puente internacional sobre el río Niágara.
En Ottawa, en un concesionario Honda, a la Yamaha le cambiaron el aceite, el filtro, me dijeron q la cubierta trasera había q cambiarla, pero no tenía una d ese tamaño y q condujera con cuidado hasta. Así lo hice durante los 1.914 km q faltaban para llegar a casa.
Ya en USA, pasé la noche en Lewisburg, Pennsylvania, donde viví 2 años, hace muchos. Visité mi casa d entonces, rodeada d césped y árboles, junto a la pista d tenis d la universidad, donde mi hermano y yo aprendimos a jugar al tenis con las estudiantes y mi padre a montar en bicicleta. Recuerdos, recuerdos,...muchos y entrañables recuerdos.
Al día siguiente, en casa, tras 6.240 km d viaje. La moto y yo en perfecto estado, excepto la cubierta trasera, q con sólo 10.300 km, está muy gastada. El viernes llevaré la moto a revisión y la cambiarán.
Ninguna cubierta me duró tan pocos kms. Las traseras d mi GS1200 las cambié con 21.000 y 19.000 kms. La q lleva ahora tiene 11.000 y está como nueva.
Lamentablemente, durante este viaje tuve un gran disgusto: regresando, 90 km al este d Toronto, pillé un bache, se abrió la maleta izquierda y el Samsung Galaxy Note 3 saltó por los aires y cayó en el pavimento.
Culpa mía, porque no cerré bien la maleta. Un poco antes, había parado a comer bajo unos árboles y para ventilar el móvil, q estaba cargando, abrí la maleta y dejé la tapa semiabierta, sin hacer "click". Cuando reanudé la marcha, olvidé cerrarla con el "click" y el maldito bache la abrió d par en par. El móvil iba encima d la bolsa d lona, rasante con el borde d la maleta, voló. Cuando lo recuperé, estaba desintegrado, tras pasarle muchos vehículos por encima. Mi corazón también se desintegró, porque todas las fotos del viaje estaban en ese móvil y en su tarjeta d memoria. Ambos están ahora en un hospital para móviles y van a tratar d recuperar las fotos del dispositivo y la tarjeta. Mentalmente, les dije q si hacen el milagro, les pagaré lo q pidan. Ayer me llamaron para decirme q han pedido un aparato especial q seguramente extraerá las fotos d los restos del móvil y tarjeta. Telepáticamente les dije q les pagaré 2 millones d dólares si lo logran.
Y esto es casi todo. Gracias por vuestro interés. F.
* Viajando por la provincia d Quebec (3 veces más grande q Francia, sólo 8,5 millones d habitantes y mucha naturaleza salvaje), ví señales d tráfico y carteles en parques naturales acerca d los osos y qué hacer para evitar atropellarlos o q t "atropellen" a tí. Sin embargo, durante este viaje por la provincia d Quebec, no ví ni uno, lo q me extrañó.
Curiosamente, el lunes pasado, a unos 90 km d Washington, circulando en mi Mini Cooper d color naranja, por la Blue Ridge Parkway, ví 6 osos. Un grupo d 4 oseznos (no ví a su madre, pero seguro q estaba muy cerca) y al rato, una madre con su osito.